ESTACIÓN PÁRAMO
Páramo,
páramo,
páramo.
La niña brinca su cuerda
y canta:
páramo,
páramo,
páramo.
Acuesta su muñeca
mientras el tiempo
de blancas se trata,
el campo de armas se siembra;
siembra otrora
de níveo algodón.
El cielo niega sus ojos
al pueblo árido
que llora su vergüenza
y exprime camisas de sangre.
En la ciudad las calles aúllan;
la urgencia de una ambulancia
llega a su páramo.
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